Se trata de un espectáculo musical que se lleva a cabo, cada año durante el mes de febrero, en la ciudad de Viña del Mar, Chile. Comenzó en 1959 y desde entonces no ha cesado de agasajar a los mejores artistas de Hispanoamérica y Latinoamérica.
El Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar es un espectáculo musical que se lleva a cabo, cada año durante el mes de febrero, en la ciudad de Viña del Mar, Chile. Es uno de los más importantes de Hispanoamérica y el segundo de América Latina (tras Rock in Rio, de Brasil). Se realiza en el anfiteatro de la Quinta Vergara, que tiene una capacidad que supera los 15.000 espectadores, y allí los artistas invitados son lo más importante de la fiesta musical.
El comienzo de este tradicional festival fue en 1959. Quien tuvo la iniciativa fue el director del Departamento de Turismo y Relaciones Públicas de la Municipalidad de Viña del Mar, Carlos Ansaldo. Para una feria de los alumnos de la Escuela de Bellas Artes, que se realizaba en los jardines de la Quinta Vergara, se invitó a un grupo de músicos para que toquen. Al haber sido esta primera versión un éxito, en 1960 se construyó un anfiteatro al aire libre, que se transformó en un icono del festival. Su escenario de madera está coronado por una “concha acústica” que ayuda a proyectar el sonido hacia el público y a proteger a los artistas del frío. Con el paso del tiempo se fue transformando en el espectáculo veraniego más importante de Chile.
Fue por los años 70 que el Festival de Viña del Mar se comenzó a masificar, más específicamente en 1972, cuando se le otorgaron los derechos de transmisión a Televisión Nacional de Chile. En 1974, luego del golpe militar, el espectáculo fue transmitido por primera vez al mundo. Argentina, Perú, República Dominicana, Venezuela, España, Sudáfrica y los países asociados a Eurovisión pudieron ver por primera vez el festival con el cual el Régimen Militar trataba de mostrar esta fiesta del país como una manera de contrarrestar las críticas hacia la dictadura.
Respecto de los artistas, en los orígenes del festival muchos eran invitados como forma de entretener una fiesta que se centraba en las competencias musicales. Sin embargo, con el paso de los años, los invitados comenzaron a tener un creciente protagonismo hasta que se convirtieron en lo más importante.
Durante la década del 80, el Festival de Viña del Mar era uno de los pocos lugares donde artistas anglosajones se podían presentar ante el público chileno; mientras que estaban presentes los principales artistas hispanoamericanos, como José Luis Rodríguez, Julio Iglesias, etc. Pero a partir de 1990, los artistas anglosajones comenzaron a realizar diversos conciertos en el país y su interés por este espectáculo comenzó a mermar.
No sólo los artistas le dan relevancia al festival sino que también el público. Éste, que juega un papel fundamental, es él que se “devora” o no al invitado. Debido a esto se lo ha denominado “el monstruo”. Éste no tiene reparo en aplaudir, ignorar e incluso abuchear a los artistas cada noche; por lo que se ha transformado en el temor más grande para los Cantantes al pisar el escenario.
El primer galardón del certamen, la “Lira de Oro” junto a una pequeña suma de dinero, se entregó en 1960. En esta competencia, única por cierto, los participantes debían presentar una canción original cuyo motivo fuera la ciudad de Viña del Mar. Al año siguiente se incorporó una competencia folclórica, con iguales premios. En 1969, la lira se reemplazó por la “Gaviota de Plata”, entregada en sus orígenes a los ganadores de ambas competencias.
Desde fines de los años 70, el público comenzó a exigir la entrega de la Gaviota a los artistas invitados que se destacaban en su actuación. Así la entrega de este galardón se convirtió en tradición, pero luego la Comisión Organizadora creó la “Antorcha de Plata”, en honor a las antorchas que enciende el público como aprobación a los cantantes. Aunque la Antorcha apareció para reemplazar a la Gaviota, de nuevo la presión del público obligó a la entrega de ambos premios.
En 1999 surgió la “Gaviota de Oro” como forma de reconocer a Juan Gabriel por su exitosa presentación en cuatro festivales consecutivos. Sin embargo, éste se retiró días antes por lo que el trofeo fue entregado a Ricardo Arjona quien también se había destacado. Sin embargo, al año siguiente, la Gaviota dorada comenzó a ser repartida de forma indiscriminada (pero desde el año 2005 no se entrega más).
Por último, como una forma de regular la entrega de gaviotas se creó la “Antorcha de Oro”. En los últimos espectáculos ha sido común la entrega a los artistas invitados de los cuatro galardones, lo que ha dado lugar a diversas críticas.