Mientras se recomienda ingerir vino tinto y té verde para reparar y oxigenar las células. Cynthia Kenyon, bioquímica de la Universidad de California, descubrió un gen llamado daf-2 que tiene que ver con el envejecimiento. Si bien las pruebas se llevaron a cabo en gusanos llamados Caenorhabditis, la organización genética de estos organismos es similar en moscas, ratones y posiblemente en humanos.
Lo relevante de este descubrimiento es que la supresión del gen daf-2 en los Caenorhabditis, consiguió aumentar en seis veces la esperanza de vida. Es decir, los gusanos demostraron tener un envejecimiento lento, manteniendo la juventud durante la mayor parte de su vida.
En caso de poder aplicar en un futuro este estudio en seres humanos, la gente podría llegar a tener una esperanza de vida de 400 años
Durante la investigación, Cynthia Kenyon comprobó que el azúcar inicia una secuencia genética que aumenta la cantidad de insulina producida por un organismo, lo cual causa daño en las células del cuerpo, aumentando rápidamente la velocidad en la degradación que contribuye al envejecimiento del cuerpo y así reduciendo su esperanza de vida.
El exceso de azúcar puede formar desechos perjudiciales que tienden ha envejecen la piel. Es decir, el consumo en exceso de este dulce se adhiere a las fibras de proteína, haciendo que éstas se unan y produzcan radicales libres, lo cuales provocan que la piel pierda su elasticidad y se vuelva más vulnerable a las arrugas, a la flacidez y al daño de los rayos UV.
Mientras el vino tinto y el té verde mostraron ser de gran ayuda para reparar las células que favorecen a tener una mayor esperanza de vida.